Smart Cities, ¿en dónde estamos y hacia dónde vamos?

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Las ciudades lo tienen todo, tanto así que 60% de la población se concentra en ellas, más del 70% trabaja en una ciudad y el 80% del valor económico mundial se genera en ciudades. Son auténticas potencias de crecimiento e innovación, aunque también consumen más del 65% de la energía del mundo y generan más del 70% de los gases de efecto invernadero.

Un informe de la ONU predice que para 2050 más de dos tercios de la población del planeta vivirá en ciudades y reconoce su relevancia a tal nivel que la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible aprobada por su Asamblea General ha establecido objetivos de alto desarrollo con el fin de resolver desafíos urbanos crónicos como el transporte, el consumo de energía, la contaminación del aire, la vivienda y la exclusión social.

Este contexto es el que da lugar a eventos como el ‘STS forum-Latin America and the Caribbean High level conference 2023’, en donde abordé el capítulo Smart and Resilient Cities; al lado de otros especialistas, destacamos las iniciativas y las alianzas internacionales que están revolucionando la forma de vivir en las grandes metrópolis.

Entre otros aspectos, abordamos los avances que hay en países de primer mundo, como Japón, Estados Unidos y Canadá, y hablamos del progreso que tiene la región latinoamericana en ese contexto, cómo estamos construyendo ciudades más inteligentes aquí, cuáles son los elementos que las están transformando y cuál es el impacto en el estilo de vida de las personas.

¿Y cómo contribuyen a esto las llamadas Smart Cities? La respuesta es a través de los recursos tecnológicos que ponen a nuestro alcance y que cada día alcanzan niveles más altos de sofisticación.  Uno de los principales es el fomento de la interconectividad. Hoy los sistemas inteligentes integrados permiten a los residentes controlar el acceso de visitantes a sus comunidades, comunicarse entre sí e incluso con las autoridades de sus edificios o colonias.

Por ejemplo, los residentes de Nueva York ya utilizan Twitter para comunicarse directamente con las estaciones de policía, y Facebook ha proporcionado una plataforma para optimizar la vigilancia y la seguridad comunitarias en ciudades como Tamaulipas. Los sistemas de comunicación digital promueven justamente la participación de la comunidad, la capacitación de los ciudadanos y les permite tomar el control de su propia seguridad. Plataformas como Citizen, Nextdoor y Neivor han hecho realidad esto.

A nivel doméstico, los ciudadanos de países en desarrollo ya pueden integrar sus pagos de energía y servicios públicos en una única fuente de datos para ofrecerles incentivos y estrategias de ahorro. Los gestores de edificios, que suelen usar mucho papeleo, mensajes de ida y vuelta y honorarios legales, son capaces de prestar sus servicios a través de aplicaciones, mensajería instantánea o sitios web.

Cuando esos sistemas se automatizan a nivel doméstico, comunitario e incluso urbano, el suministro eléctrico y la demanda de energía pueden controlarse en tiempo real, creando una gestión y generación de energía autosuficiente que ahorra de forma automática.

Los avances son todavía más sorprendentes en ciudades como Vancouver donde han implantado la norma IEEE 802.1aq para crear una red resistente y de alto rendimiento para gestionar sus servicios municipales, como el tráfico, la seguridad pública y la videovigilancia. La red conecta más de 200 ubicaciones en toda la ciudad y está diseñada para ser escalable y flexible a fin de adaptarse al crecimiento futuro y a nuevas aplicaciones.

En América Latina todavía hay mucho por hacer para seguir los pasos de las naciones que están a la vanguardia, pero vale destacar que en la actualidad los residentes de edificios inteligentes en México pueden controlar la vigilancia, el acceso y la entrega de paquetes a través de códigos QR.

Su comunicación es mucho más ágil, de hecho, es en tiempo real con el administrador, el cual no solo conoce mucho mejor que antes a los inquilinos, sino que también comparte con ellos información de gran valor a nivel administrativo y de convivencia, reduciendo de forma significativa los conflictos derivados del alquiler. Los pagos de renta igualmente se pueden hacer a través de una App en cuestión de unos clics para evitar la pérdida de tiempo por desplazamientos.

Sin duda el panorama actual es muy emocionante e inspirador, se han dado pasos importantes y hay mucho por hacer aún. Las verdaderas eficiencias se crean cuando las soluciones se centran en el usuario, son fáciles de usar y resuelven problemas reales; se deben de empezar a pequeña o mediana escala y luego escalar a la infraestructura de toda una ciudad.

Lo idóneo sería que los gobiernos trabajarán de la mano con el sector tecnológico y energético para elaborar una hoja de ruta que promueva la interconectividad como factor clave y que los desarrolladores de vivienda tuvieran incentivos fiscales para adoptar tecnologías que nos den cada vez más Smart Cities.

Hoy sabemos la calidad de vida que ofrece una de estas ciudades gracias a la adopción de plataformas de última generación, tenemos claridad de lo que nos hace falta desarrollar y cómo podemos seguir avanzando para alcanzar ese progreso a largo plazo.

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